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30Sep 2021

Más de la mitad de los olivos de Sevilla es ya un olivar moderno

La provincia lidera el porcentaje de plantaciones de olivar en alta densidad, seguida por Córdoba

Andalucía debe invertir en optimizar sus olivares con el objetivo de conservar su competencia a nivel nacional e internacional, y para ello debe optar por una transformación del olivar hacia cultivos intensivos, irrigados, sostenibles y más eficientes que los cultivos tradicionales.

En este camino hacia la modernización, Sevilla tiene mucho recorrido, no en vano, es la provincia andaluza que posee el mayor porcentaje de olivar moderno de alta densidad (en copa y en seto) y mecanizable, con el 55% de la superficie olivarera. De hecho, el crecimiento del cultivo del olivo en Sevilla, así como en Córdoba, viene determinado prácticamente por las plantaciones en seto que han sustituido a superficies antes ocupadas por cultivos tradicionales menos rentables como el cereal o el girasol.

Así se desprende del informe «La olivicultura en el ámbito andaluz», realizado por Juan Vilar Consultores Estratégicos con la colaboración de Suez, donde se destaca el papel relevante que juega la olivicultura en España y especialmente en Andalucía.

El diagnóstico que presenta este estudio destaca que más del 52% de los olivos andaluces tienen más de cincuenta años, siendo Jaén y Córdoba las provincias con los olivos más longevos. En Sevilla existen 210.073 hectáreas de olivar, concentrando la mayor superficie destinada a aceituna de mesa. En cuanto al olivar con destino a almazara, Sevilla es la tercera provincia oleícola, detrás de Córdoba y Jaén.

La importancia del agua

Tanto en la provincia como a nivel regional, el olivar ha sufrido una gran transformación en las últimas décadas gracias a la introducción del riego y de la intensificación de los sistemas productivos.
Las trasformaciones en el olivar hacia sistemas de alta intensidad han conllevado mejoras en el rendimiento y en la producción, así como en la optimización del consumo de agua.

Aunque el olivar superintensivo requiere más riego que el olivar tradicional, el olivar superintensivo resulta más eficiente en términos de aprovechamiento del agua. Además, las plantaciones intensivas presentan ciertas ventajas frente a las plantaciones tradicionales como programación de riego más efectiva, reducción de las pérdidas de agua por evaporación, etc.

En Sevilla, el olivar en riego representa el 42,75%, un alto porcentaje debido también a que esta provincia lidera el olivar modernizado, que precisa agua. Por tanto, la disponibilidad de este recurso resulta esencial para el cultivo, aunque debido a su escasez en toda la Cuenca del Guadalquivir, están aumentando las plantaciones de olivar moderno en régimen de secano.

Mantener la competitividad

Pese a que las nuevas plantaciones se cultivan bajo sistemas de alta densidad, el informe resalta que en el campo andaluz «todavía existen alrededor de 700.000 hectáreas de olivar que son susceptibles de modernizar», por lo que se insiste en «plantear mejoras en el cultivo del olivar para mantener la competitividad de Andalucía frente a otras comunidades autónomas y países».

Para ello, el documento pone el foco en «mejorar la política de gestión de aguas y aumentar la disposición de recursos hídricos para el olivar». A este respecto, se señala que aunque el agua es muy limitada en Andalucía, «se pueden llevar a cabo acciones como la construcción de embalses para la recolección de agua de lluvia».

No en vano, el estudio apunta que actualmente sólo se recoge en embalses alrededor del 47% del agua de lluvia y que se estima que existen unos 3.800 hectómetros cúbicos de aguas subterráneas de las cuales tan solo se explotan 1.000.

Por otro lado, el informe destaca que la olivicultura debe basarse en un equilibrio «entre la rentabilidad de la plantación y su impacto ambiental y social», por lo que «la formación de los agricultores andaluces en prácticas más eficientes y respetuosas con el medio ambiente resulta de gran importancia para que guíen la conversión de sus explotaciones olivareras».

Debido a que en todas las explotaciones olivareras no es viable la reconversión del cultivo, se debe diseñar un modelo que se adapte a las características y factores del olivar. El objetivo es conseguir que la olivicultura andaluza «sea lo más sostenible y eficiente posible para mantener el liderazgo del sector», pues, «existen oportunidades de crecimiento para la agricultura en general y la olivicultura andaluza en particular que potenciarán la economía de la comunidad autónoma».

Pero los agricultores no pueden estar solos. Las instituciones públicas deben apoyar y fomentar la transformación del olivar, para garantizar que se lleva a cabo la conversión «hacia explotaciones respetuosas con el medio ambiente, sostenibles y eficientes», algo esencial «si se quiere garantizar la pervivencia del cultivo y su entorno», señala Juan Vilar en el estudio.

Fuente: Agrónoma

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