Fundación Patrimonio Comunal Olivarero

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25Ene 2021

Eduard Escrich: «El aceite de oliva hace que vaya más lenta la progresión del cáncer de mama»

Eduard Escrich lleva más de tres décadas estudiando la relación entre la nutrición y el desarrollo del cáncer de mama. Sus investigaciones han comprobado que el consumo de aceite de oliva a ayuda a prevenir esta enfermedad, de la que se diagnostican más de 32.000 nuevos casos al año en España. Hablamos con él hace unas semanas en Madrid, con motivo de la evaluación semestral de los convenios con las instituciones. Entre ellas, Fundación Patrimonio Comunal Olivarero. Desde 2008 hasta el presente año, FPCO ha aportado. 1.188.000 euros para el Estudio efectos del AOVE sobre la prevención del cáncer de mama.

Eduard Escrich es director del Grupo Multidisciplinario para el estudio del cáncer de mama. Y profesor del Departamento de Biología Celular, de Fisiología y de Inmunología de la Facultad de Medicina en la UAB. A lo largo de más de 30 años ha estudiado la relación entre nutrición y cáncer de mama. En esta entrevista nos habla de su trayectoria en el campo de la investigación, sus logros y sus avances. También sobre sus inquietudes y sus pasiones.

Eduard, la Agencia Internacional de Investigación sobre el cáncer ha anunciado recientemente que este nuevo año habrá 18 nuevos millones de nuevos casos de esta enfermedad en el mundo. Sólo en España se producen 32.825 nuevos cánceres de mama al año. Son datos alarmantes.

Sí. Además hay una distribución geográfica en el cáncer de mama. La genética, el estilo de vida y el entorno influyen en el cáncer. Hay más casos de cáncer de mama en los países desarrollados. Entre otros factores, por el estilo de vida y por el ambiente en el que nos movemos. Y, sobre todo, por el hecho de que en ellos se vive más años. El cáncer es una enfermedad propia de niños pequeños o de personas de edades avanzadas. Aunque la edad de aparición del cáncer empieza a adelantarse, pesa más el hecho de que en los países desarrollados viven más años.

Entonces, las probabilidades de padecer cáncer de mama aumentan a medida que cumplimos años.

Las mujeres occidentales tienen una expectativa media de vida de 86 años. En los hombres, esta esperanza es de 80 años. Con esa edad da tiempo a que los factores ambientales empiecen a manifestarse. Ahora estamos acelerando un proceso bastante natural en los países desarrollados. Hoy en día, el cáncer es casi una cosa natural. Igual que las máquinas se estropean con el uso y con el paso del tiempo, al cuerpo le pasa lo mismo. Una de las cosas que ayuda a controlar esto es la división de las células. Con el tiempo, esa división se descontrola. Y esto tiene mucho que ver con el origen del cáncer. Pero no todo son malas noticias. Esas cifras se deben a que vivimos más años. Y ahora que vivimos más años tratamos peor a nuestro cuerpo.

«La expectativa de vida con buena salud está alrededor de los 63 años»

¿Por qué tratamos peor a nuestro cuerpo? ¿Comemos peor en los países occidentales?

En general, el estilo de vida en los países desarrollados no es nada saludable. La alimentación, el sedentarismo, el estrés, la falta de descanso nocturno y la soledad digital que vivimos ahora son factores que inciden en nuestra calidad de vida. En la actualidad, la expectativa de vida con buena salud está alrededor de los 63 años en los dos sexos. A partir de ahí empiezan las enfermedades crónicas, discapacidades, etc. A ese respecto, tenemos un problema a la vuelta de la esquina. Se ha estimado que para el año 2050, por cada 100 personas habrá 77 pensionistas y apenas 33 contribuyentes. Con estas cifras me pregunto cómo vamos a sostener lo público: las escuelas, las pensiones, la sanidad… Si no ponemos remedio esto acabará con la privatización de todo. Subirán la edad de jubilación para una edad en la que empiezan a aparecer las enfermedades crónicas. Esto se traducirá en un absentismo laboral impresionante. No quiero ser pesimista, pero los conocimientos son lo más fáciles de recuperar que las actitudes. Grande Covián decía que es más difícil cambiar de dieta que de religión.

«La dieta mediterránea es un código de conducta alimentario apropiado para el estilo de vida que tenemos ahora»

Se supone que la dieta mediterránea sólo ofrece beneficios para la salud…

No existe la dieta mediterránea como tal. Sólo hay que ver cómo comían nuestros abuelos. No tiene nada que ver con la manera en que comemos ahora. La mayoría trabajaba en el campo. Vivían en condiciones climáticas distintas. Comían muchas más grasas que ahora. La dieta que llamamos mediterránea es un código de conducta alimentario apropiado para el estilo de vida que tenemos ahora.

Llevas casi 35 años estudiando la relación entre la nutrición y el cáncer de mama. ¿En este tiempo has visto una evolución en la salud de las personas en relación a su dieta?

Desde principios de los ochenta ya tenemos una cultura en favor de una vida y una dieta saludable. Ha habido una progresión enorme. En los años 50 se comía mal: aún salíamos de una posguerra. Entonces una dieta rica en grasas se consideraba comer bien. Pero la gente se movía más. La vida era mucho más activa. Ahora nos desplazamos menos, llevamos una vida sedentaria. Y con el paso del tiempo han aparecido las sofisticaciones, las estrellas Michelín, la nouvelle cuisine… De no tener nada hemos pasado a cocinar de una manera que, desde el punto de vista nutricional, es una aberración.

¿Por qué estudias la relación entre el consumo de aceite de oliva y cáncer?

Cuando empecé a investigar lo que me preocupaba era el cáncer. Su evolución y todo aquello que hiciera que el cáncer fuera a peor. Al principio trabajábamos con los Omega 6. Desde el año 36, Tannenbaum había hecho experimentos con animales. Y había visto que en los animales que tenían una dieta muy rica en grasas aparecían más casos de cáncer que los que comían de manera normal. Aquello fue muy llamativo. En los años 70 se empezó a investigar con varias grasas. En ese momento ya se sabía que los Omega 6 eran una de las grasas que mayor repercusión podía tener sobre el cáncer. Entre ellos, el de mama. Reconstruyendo ese tipo de experimentos, y partiendo de esos resultados precursores, fuimos encaminando nuevas líneas de investigación. Nuestra aportación ha sido encontrar el porqué: los mecanismos moleculares.

«Los componentes del aceite de oliva están en menor cantidad en los tumores más malignos»

¿Qué caminos habéis recorrido?

Por un lado, analizamos los mecanismos moleculares. Si estás dando masivamente unas grasas que otros antes te han dicho que son perjudiciales, empezamos a ver dónde van a parar esas grasas: en tumores y en otros sitios. Por otra parte, trabajamos el cáncer de mama. Un cáncer en el que las hormonas tienen que ver. Así que otro mecanismo que estudiamos en primer lugar son las hormonas. Las hormonas son muy importantes en el cáncer de mama. Sin embargo, nunca hemos conseguido ver que estén implicadas en los mecanismos de las grasas de la dieta. Otro camino de la investigación empezó hace unos 18 años. Nos dimos cuenta de que los tumores, cuanto más malignos eran, menos querían cosas que están dentro del aceite de oliva. Veíamos que los componentes del aceite de oliva, que también están en las células, estaban en menor cantidad en los tumores más malignos.

Durante tu ponencia en los Cursos de Verano de la Universidad de Málaga hablaste de la apoptosis. ¿Qué es y por qué es objeto de vuestro estudio?

Es una de nuestras líneas de investigación. La célula está en su lugar haciendo su función. Y en algún momento puede ser necesario que esa célula se divida. En algunos casos es normal que se divida periódicamente. Por ejemplo, cuando las mujeres tienen la regla el endometrio prácticamente todo se descama y sale al exterior a través del sangrado vaginal. Y eso se vuelve a reconstruir. La única manera de reconstruir un tejido es proliferando las células. O sea, generando nuevas células. Se parte de las que hay y se van dividiendo. La división celular forma parte de la vida. Todos hemos nacido de una sola célula. Pero en las células no basta con dividirse. También se tienen que especializar. Eso es la diferenciación celular. Proliferación y diferenciación celular van muy juntas. La vida ha generado estructuras que en un cierto momento -y de manera normal- las destruye. Un ejemplo fácil de entender está en la escala animal. El renacuajo tiene cola, y en su vida adulta no la tiene. La cola se pierde por apoptosis. Es una destrucción de la célula. Una muerte celular genéticamente programada por la vida. Otro ejemplo: los humanos sólo tenemos un par de glándulas mamarias. Pero durante el periodo embrionario, en el vientre de nuestra madre, tenemos ocho. Al nacer, las otras mamas se pierden por apoptosis. Por algún motivo que la evolución de la especie ha marcado se destruyen. La apoptosis es un mecanismo de defensa cuando hay una alteración.

«El aceite de oliva frena la proliferación celular»

¿De qué manera el consumo de aceite de oliva ayuda a prevenir el cáncer? 

El aceite de oliva frena la proliferación celular. Hace que vaya más lenta la progresión del cáncer. Hemos descubierto que está facilitando factores de la apoptosis. Ahora estamos investigando sobre ello. Porque hay varias vías para desencadenar la apoptosis. Cuando en el interior de una célula hay cosas que están mal, las mitocondrias detectan que eso está pasando a a nivel interno de la célula. Y se desencadena la apoptosis. Esas son vías del interior, intrínsecas. Además, el organismo puede detectar que hay algo que destruir por apoptosis. Y se producen moléculas que van hasta la membrana de la célula, a los receptores de muerte. Ahí se desencadena la vía extrínseca de la apoptosis. Hay más mecanismos de apoptosis. Ahora estamos entrando en esos detalles…. Parece que la extrínseca es la que actúa más sobre ese mecanismo.

Y en estos procesos, ¿qué papel juega exactamente el aceite de oliva?

Sabemos cómo es la célula de un tumor en animales. Da la impresión de que los componentes del aceite de oliva se meten en la membrana. Y la membrana está muy equilibrada. Pero cuando das mucho aceite de oliva hemos visto que hay cambios en la membrana. Localizamos componentes del aceite de oliva en la membrana que están aumentados. Y eso desequilibra la membrana y la reequilibra de otra manera. Es como cuando pones aceite en agua: eso es inestable. Ves que te queda una gota, pero esa gota explota. Entonces queda una especie de extensión que ha encontrado físicamente un nuevo equilibrio para estar así. En la membrana pasa igual. Y ese equilibrio es impresionante. Es como una cascada de cambio. Los componentes entran ahí dentro, hacen desaparecer otros componentes que estaban allí, otro tipo de grasas. Y ese otro tipo de grasas está relacionado con una estructura que hay en la membrana: las balsas lipídicas, Lipid Raft, entre las cuales hay unas oquedades que se llaman caveolas. Y empiezan a desaparecer caveolas. Las caveolas son como puertos en un mar… en el que tienen que atracar barcos que son proteínas que hay dentro de las células. Esas proteínas tienen que ir hasta los Lipid Raft y las caveolas. Y ahí se activan. Una de esas proteínas están muy implicadas en que la célula se divida. Si se activan, va a haber división celular. Si están inactivas, la división estará frenada. Van a la membrana y se activan. Pero si no tienen un lugar para atracar no se pueden activar. Nosotros ya habíamos descubierto que había menos actividad en esas proteínas anteriormente. Y eso lo asociábamos con menor proliferación. Nosotros, que habíamos encontrado que esa proteína que está menos activa, ahora hemos encontrado que quizás estaba menos activa quizás porque no tiene dónde ponerse en la membrana para poderse activar. Porque gracias a esa entrada de los cambios que ha producido el aceite de oliva ha disminuido las estructuras que necesita esa otra proteína para activarse. Entonces, poco a poco van encajando. Para llegar a todo eso necesitas 34 años. Esto no se hace ni en una semana ni en dos meses. Al final es el producto de una pelea continua durante años.

¿Qué diferencias hay entre los efectos del consumo de aceite de oliva respecto a los aceites de semillas?

El aceite de oliva frena la proliferación de las células e induce la apoptosis como defensa. Y no cambia para nada la diferenciación celular. Sin embargo, los aceites de semillas, los Omega 6, que también estudiamos en paralelo, estimulan notablemente la proliferación y bajan la diferenciación celular. Con el aceite de semillas sucede otra cosa. En las vías de toxificación, que son las que utilizamos cada vez tomamos algo extraño, tenemos la suerte de que, sobre todo en el hígado, hay un sistema bioquímico que convierte ese producto en un metabolito. Ahí hay un punto peligroso, porque el metabolito suele ser altamente reactivo y puede ser carcinógeno. En una segunda fase lo inactiva y lo vuelve hidrosoluble. Y se puede eliminar vía orina. El aceite de los Omega 6 acelera esa primera fase un montón y deja la segunda fase a la velocidad normal. Con lo cual, esos metabolitos, que lo interesante es que pasen corriendo, porque si se quedan como metabolitos son altamente reactivos y carcinogénicos, eso lo pasa deprisa. Y los metabolitos se van inactivando lentamente, o a una velocidad normal. Y se acumulan. Hemos llegado a ver que esos metabolitos se metían en el ADN. Los aductos se quedan enganchados en el ADN.

«La pubertad se acelera menos con el consumo de aceite de oliva»

Gracias a tu trabajo sabemos que el consumo de aceite de oliva ayuda a que no se acelere tanto la pubertad. Un factor que, junto al retraso de la menopausia, supone un riesgo de padecer el cáncer de mama.

Un organismo vivo bien alimentado está bien preparado para la reproducción. Por ejemplo, en la escala animal existe la reproducción estacional. Hay animales que no se reproducen cuando el clima no es bueno. La reproducción va asociada a cambios en la piel y a la adaptación al medio. La especie humana ha evolucionado, pero nos quedan residuos de esto. En el cerebro, la parte del hipotálamo está pendiente de este tipo de cosas. Cuando el cerebro identifica que el cuerpo está preparado para la reproducción, que el clima es amable, el cerebro pone en marcha los mecanismos para que estemos listos para reproducirnos. Lo que pasa es que hoy en día tenemos calefacción, climatización… No vivimos en condiciones extremas. Y comemos muy bien. Eso acelera la pubertad. En nuestras investigaciones, poníamos exceso de grasa, que es lo habitual en los países desarrollados. Y con Omega 6 ya sabíamos lo que pasaba. Pensábamos que con el aceite de oliva pasaría igual, clínicamente. Creíamos que encontraríamos diferencias en esa diferenciación de la glándula mamaria. Y resulta que la pubertad se aceleraba menos con el consumo de aceite de oliva.

«Tener una vida reproductiva útil más larga es un riesgo muy alto de cáncer de mama»

Con la gran relación que tiene el peso corporal con este tipo de mecanismos -el crecimiento, la maduración sexual, el metabolismo energético- decidimos estudiar el peso. Hasta ese momento sólo nos limitábamos a ver que los animales pesaban lo que tenían que pesar. Y por tanto eso era un reflejo de que las dietas que les dábamos a los animales eran correctas desde el punto de vista nutricional. Entonces cambiamos el objetivo. Empezamos a cambiar el peso de los diferentes grupos experimentales. Y nos dimos cuenta de que no iban a engordar. Fuimos los primeros en descubrir eso en modelo animal. Hemos estudiado muchos aspectos: el metabolismo lipídico, lipólisis, lipogénesis, etc. Y eso lo puedes hacer cuando tienes el control sobre el proceso. Analizar todo esto ha sido muy importante. Porque el aceleramiento de la pubertad y el retraso de la menopausia, es decir, tener una vida reproductiva útil más larga, es un riesgo muy alto de cáncer de mama. Nadie duda que lo es. Por tanto, si el aceite de oliva no acelera los procesos, está contribuyendo a disminuir el riesgo.

«A mayor edad, más probabilidades tiene una mujer de padecer cáncer de mama»

¿Hay factores de riesgo que tienen más peso que otros?

Es difícil de decir. Sí podemos decir que hay factores de riesgo claros. El primero de ellos es la edad. A mayor edad, más probabilidades tiene una mujer de padecer cáncer de mama. Los factores hormonales también influyen. Y la dieta, que es un aspecto muy polémico. Los epidemiólogos están metidos con los ácidos grasos saturados, que es lo que nos ha salido también a nosotros en la línea de humanos. El tipo de grasas que deberíamos comer son las monoinsaturadas. Pero comemos más grasas animales de lo aconsejable.

«Soy muy autoexigente. Tengo cierto prurito de la responsabilidad»

¿Cómo es tu equipo? ¿Cuántos sois?

En área de laboratorio estamos en unas 10 personas. Con los colaboradores somos unos 30. El perfil del investigador ha cambiado bastante. Antes era muy vocacional y nunca tenía tiempo para ir a su casa. Ahora es más bien al revés.

¿Es fácil trabajar contigo?

No me gusta calificarme a mí mismo, pero me dicen que soy muy exigente. Y muy autoexigente también. Como tengo cierto prurito de la responsabilidad, me gusta cumplir. Como investigador, está bien.

¿Cómo es un día en tu vida?

Llego al trabajo en la universidad antes de las ocho de la mañana. Y llego a casa a las diez de la noche. Llevo muchos años con este horario. Durante nuestra última serie experimental experimentábamos los efectos del cáncer y en cuestión de seis horas veíamos los resultados. Cuando estás metido en un proceso así, en el que los resultados llegan en horas, es difícil desconectar o dejarlo para el día siguiente.

«Estoy encantado de formar parte de la Academia de Medicina de Cataluña»

El pasado mes de febrero fuiste nombrado Académico Correspondiente de la Real Academia de Medicina de Cataluña. ¿En qué consiste tu labor en la Academia y qué grado de compromiso exige?

Estoy encantado de formar parte de la Academia. Entras como académico, después hay otros niveles como el académico numerario. Son ellos los que evalúan y sugieren quién puede entrar. Cuando has ingresado participas en congresos, impartes clases magistrales… La Academia tiene por misión ocuparse del devenir de la medicina, el debate sobre el conocimiento médico. El compromiso es el que uno quiera adquirir.

Investigador… y aventurero

Eres miembro de de 14 sociedades científicas, autor de más de 150 publicaciones, director de más de 300 ponencias y más de 250 intervenciones en congresos internacionales. ¿Duermes por las noches?

Poco, la verdad. Predico el estilo saludable y luego soy yo quien no lo sigue. Entre mi adicción al trabajo y por la montaña siempre tengo mi tiempo ocupado en algo.

Porque cuando no estás trabajando sabemos que te gusta escalar montañas o adentrarte en el interior de la Tierra…

Empecé con la espeleología, efectivamente. Iba a la montaña con uno de mis tíos, que era cazador, a los 10 años. Con 12 años empecé a hacer rápel, a meterme en cuevas y cosas así. A los 17 ya me había metido en un centro de excursionistas porque hacía actividades más en serio. A los 20 o 21 batimos un récord en espeleología.

¿Cómo batiste ese récord en espeleología?

Estuvimos seis días metidos en un agujero, en La Pierre Saint Martin, en la frontera franco-navarra. Un trozo de la cueva está en Navarra y el otro trozo está en Francia. Normalmente se entra por Francia. En aquel momento bajamos unos 1.100 metros de profundidad. La asociación L’Arsip (Association pour la Recherche Spéléologique Internationale à la Pierre St. Martin) organizaba la expedición. Cada verano venía gente de todo el mundo. En nuestro caso éramos un grupo de tres. La asociación nos dijo que exploráramos una fuente en la parte alta de la Pierre Saint Martin: el Max Couderc. Entonces estaba inexplorado y no sabían lo que había allí. Son tres ríos que hay en la parte alta que se juntan en uno y éste va bajando y forma una sala enorme. Hay una cascada de unos 80 – 100 metros. Nos metimos por la parte de arriba. Fuimos al Max Couderc y lo exploramos hasta que ya no podíamos ni pasar. Después lo desobstruyeron y continuaron más. Pero nosotros nos quedamos tapados allí. No llevábamos dinamita. Estuvimos seis días en aquel agujero e hicimos la topografía. En aquella galería descubrimos un agujero que tiraba hacia arriba. Cuando salimos fuimos a localizar el agujero con la topografía en superficie. Se metieron otros y resulta que ese agujero está más alto que el que había más alto hasta ese momento. Ese fue el récord. La altura que hay desde la entrada más alta anterior a la nueva que descubrimos nosotros. Pero batimos ese récord. Fue como hacer el Everest de las cuevas. ¡Era lo máximo! En aquel momento te parece que te has comido el mundo. Después de aquello empecé a aficionarme cada vez más a la montaña.

Has realizado estudios sobre el sueño en altura y liderado expediciones en alta montaña.

A principios de los años 70 me ficharon para una expedición a la Antártida. Participé en el primer intento de hacer lo que ahora es la base de Juan Carlos I. Los científicos de la época necesitaban comandos para ir a buscar muestras. Y me ficharon. Entonces hacíamos de todo: escalábamos, nos metíamos en cuevas, en el agua… lo que hiciera falta. Hace poco he estado en el Mustang, en la cordillera Himalaya. El año pasado estuve en Ladakh, en la India. He recorrido los tepuys del Parque Nacional Chapada Diamantina, en Brasil. Y he recorrido nueve desiertos: el Sagro, el Néguez, el de Sinaí, el de Judea… Alguno de ellos a pie. También he bajado el Salto del Ángel, la cascada más larga del mundo. Tardé siete días para subir y dos para bajar… Sí, me gusta todo eso.

Patrimonio Comunal Olivarero financia vuestra investigación sobre el cáncer de mama. ¿Cómo surgió la colaboración?

En 2004 se organizó un congreso sobre aceite de oliva y salud. Luego se hizo otro en 2008. El congreso lo organizaba un oncólogo catalán afincado en Madrid. En Jaén empezaron a ver si alguien investigar la relación entre aceite de oliva y el cáncer. En la sala estaba Fernando López Segura. Cuando fuimos a cenar me comentó que me quería fichar para los cursos de Córdoba. Entonces ya estábamos con modelos experimentales: Omega 6, aceite de oliva, línea humanos. Hacíamos un abordaje integral, que es una de las características de nuestra investigación. Un poco más tarde, en la Menéndez Pelayo de Valencia conocí a Álvaro González-Coloma. Al terminar mi conferencia me encontré con él. Me comentó que había escuchado con atención mi ponencia. Me dijo: “Este proyecto lo vamos a subvencionar”. En 2007 se formalizó todo. Y hasta hoy.

«Contar con el apoyo de FPCO es fundamental; ha sido definitivo para nosotros»

¿Qué supone para vosotros el apoyo de Fundación Patrimonio Comunal Olivarero?

Contar con un apoyo así es fundamental. Cuando empezamos con ellos ya contábamos con ayudas. Pero no teníamos una infraestructura capaz de afrontar los problemas que genera una investigación como ésta. Un soporte así ha sido definitivo para nosotros. Ahora podemos generar infraestructura sin límites para poder investigar. Ha habido un salto espectacular en nuestra progresión gracias al apoyo de la fundación.

«Soy una hormiguita que vive con pasión lo que hace»

¿Piensas en la jubilación?

Si veo que no puedo gestionar el proyecto como debo sí me jubilaría. Pero si lo hago sería un punto seguido. No soy capaz de estar quieto. Lo único que me mantiene con ganas de seguir es el proyecto. Si echo la vista atrás me doy cuenta de que en los últimos diez años hemos conseguido cosas estupendas. Eso me anima a pensar en los 10 años siguientes: podremos avanzar otro tanto. Eso no me lo quiero perder.

¿Estoy sentada delante de un futuro Premio Príncipe de Asturias o un Nobel de Medicina?

No, no lo creo. Soy una hormiguita que vive con pasión lo que hace. Tengo un montón de premios, incluso me propusieron para el Sant Jordi, pero no estoy en ese punto.

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